Con la presencia de académicas, docentes, médicos especialistas en salud familiar, profesionales del área, estudiantes y miembros de la comunidad del voluntariado de distintas instituciones y establecimientos de salud que participaron activamente, se realizó el II Encuentro de Espiritualidad en Salud de la zona sur de Chile, organizado por el Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción.
El encuentro, efectuado en el auditorio del Colegio Médico en Concepción, contó con la presencia de más de 200 personas que se interiorizaron sobre la importancia de que el aspecto espiritual en las personas que presentan alguna afección compleja sea considerado de manera formal y estable en el proceso de recuperación o partida de los pacientes, tema que, en general, es dejado en manos de familiares y grupos de acompañamiento, pero sin el involucramiento de los equipos sanitarios, quienes poco a poco, en el último tiempo, están tomando un rol más activo en momentos de crisis vitales que convocan a procesos de profunda transformación en el ser humano.
Patricia Villaseca Silva, médico y directora del Programa de Salud Medicina Familiar de la Universidad de Concepción, explica que «las personas son seres espirituales, tienen un sentido de la vida, un proyecto de vida, un por qué estoy aquí y para qué, una idea de la trascendencia, que no necesariamente es un tema religioso, sino más bien un tema profundamente ligado a la esencia humana. La pregunta es cómo esta dimensión espiritual la cuidamos en el sentido de acrecentarlo en todas las personas y en nosotros mismos para que podamos acoger la dimensión espiritual del otro, y especialmente cómo aparece un movimiento de cuidado de la espiritualidad que permite acompañar en los momentos más difíciles a las personas. Hoy estamos poniendo foco en las personas que están sufriendo, que están con enfermedades que producen dolor, pero al mismo tiempo mucho sufrimiento espiritual, y ante eso muchas veces sólo se ofrecen medicamentos o procedimientos, pero no un cuidado espiritual».
En ese sentido, agrega que «hace mucho tiempo que hay un conjunto de personas que en torno al tema de la espiritualidad han venido desarrollando prácticas para ayudar a los pacientes en momentos críticos de su enfermedad. La mayoría de las veces han sido prácticas individuales o de grupos religiosos”. Hoy el trabajo en salud es mucho más amplio que solo los médicos, las enfermeras o los profesionales de salud y los pacientes. Involucra a la persona, a la familia, a la organización social, pero especialmente desde una perspectiva de cómo concebimos a la persona. Si vemos solamente que son un cuerpo, quizás nos preocupan los huesos, los músculos, los órganos; pero si miramos a la persona como una inteligencia, esa persona tiene una teoría de lo que le pasa, de lo que hay que hacer para que lo que padezca se le pase, por lo tanto, la medicina y el sistema de atención tiene que cambiar para incorporar esa voz, enfatiza.
Bárbara Sepúlveda, docente del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina UdeC y una de las organizadoras del evento, dijo que desde el Programa de especialidad médica en Medicina Familiar se aborda a la persona en su integralidad, pero la OMS llama a tener en cuenta también la dimensión espiritual, porque la evidencia científica señala hace mucho tiempo que si las personas tienen una efectiva conexión consigo mismas y un propósito de vida, su recuperación de la enfermedad es mucho más positiva, en el aspecto que se llega al buen morir, en paz, tranquilidad. En relación al origen de implementar estas temáticas, Sepúlveda señala que «sentimos la presión de los alumnos de pregrado cuando empezábamos a desarrollar esta materia de la dimensión integral de la salud, ya que ellos nos preguntaban cómo abordar la espiritualidad y así nos dimos cuenta de que había una necesidad comunitaria súper importante y de los equipos por trabajar la salud espiritual.
Precisamente sobre la evidencia científica existente expuso la Dra. Alfonsina Jerez, médico de Familia del Cesfam Juan Cartes de Lota, quien indicó que éstas son más bien internacionales y se refieren principalmente a mediciones de calidad de vida en ciertos grupos en los cuales es más natural abordar la espiritualidad, que son población mayor y población con enfermedades crónicas terminales a quienes por lo general se les aplican instrumentos de evaluación de calidad de vida pre y post intervenciones espirituales y se comparan con grupos que no tan tenido. Generalmente, los grupos que tienen intervención presentan una mayor calidad de vida al final de la evaluación; calidad de vida general, bienestar espiritual; lo que se da incluso en datos de calidad de vida más duros, como presión arterial, reducción de la mortalidad por ciertas causas cardiovasculares y aumento de la sobrevida en grupos geriátricos, la que ha llegado a los siete años en grupos que tienen un abordaje espiritual de sus necesidades. Por otro lado, agregó, está todo el tema de la neurociencia, que tiene que ver con cómo los sistemas mente-cuerpo tienen una conexión que está respaldada, ya sea en las redes neuronales, biológicas-hormonales y cómo eso sí impacta en el bienestar general de las personas, aseveró.